Bardock86 Androide de Gero
Mensajes : 1823 NIvel de Ki : 7 Edad : 37 Localización : Planeta Vegeta Fecha de inscripción : 30/09/2008
| Tema: DRAGON BALL: INVASIÓN Miér Jun 15, 2011 3:55 am | |
| [img] [/img] GLOSARIO- Spoiler:
Infratierra: * Tras el ataque por parte del Mono del Espacio a la tierra la gente que logró sobrevivir a ese primer ataque comenzó a refugiarse bajo tierra, en Búnkeres construidos tiempo atrás, en estaciones de Metro, en pequeños refugios particulares o en cualquier lugar que encontraban. Con el tiempo estos supervivientes comenzaron a crear túneles para unir esos refugios. Al producirse la unión de muchos de estos refugios se llegaron a crear “pequeñas ciudades” habitadas por millares de personas. Aunque hubo quienes prefirieron seguir siendo independientes. Este es el caso del Búnker de Krilin y el resto.
CAPITULO 1- Spoiler:
Los muelles de la cama se le clavaban en cada músculo de su cuerpo; El frío y la humedad penetraban en él tan hondo que podía sentir como sus huesos se congelaban, la columna se le tensaba y un fuerte pinchazo recorría cada centímetro de su ser. Finalmente salía por las puntas de sus dedos, pero había más, siempre había mas frío y dolor.
Tras lo que debieron ser horas desistió en su intento de dormir, debían ser cerca de las 5:00, así que apenas quedaba una hora para el recuento. Se sentó en la cama y miró su habitáculo. Un pequeño rectángulo de metal al que no se le podía llamar habitación, no cumplía los requisitos mínimos que en su mente asociaba con ese término, por ello decidió denominarlo “su habitáculo”; Su función era cobijarle del frío mientras dormía, pero en realidad no cumplía ni con esto.
Solo una pequeña luz roja junto a la puerta evitaba que la oscuridad lo inundase todo. Se quedó largo rato mirando la luz, sin pensar en nada; Hacía tiempo que hacía aquello. Dejar la mente en blanco, no pensar. Cada vez aguantaba más, y eso, en su situación, era lo más cerca que podía estar de ser feliz.
Al cabo de un rato se sentó en la cama, cogió unas pesas que tenía junto a ella y, aún con la mente en blanco, ejercitó sus brazos, mirando al infinito, como inducido por un acto reflejo debido a la repetición casi obsesiva de aquello día tras día desde los últimos diez años.
La luz roja cambió a verde y un pitido intermitente inundó la estancia. Era la hora del recuento. Siempre dormía vestido, así que solo tuvo que ponerse sus botas dos tallas mayores que las que necesitaba, se levantó y se acercó a un pequeño barreño con agua, cogió un poco con las manos, el agua resbaló entre sus dedos. Se lavó la cara y miró su reflejo en un pequeño espejo, unos ojos cansados y ojerosos le devolvieron la mirada. Se refrescó su calva cabeza con un poco de agua y salió a un largo pasillo.
Frente a él había otra puerta de la cual salió un joven de veintisiete años, su misma edad. Lucía una excesiva delgadez, barba de tres días y pelo largo a la altura de los hombros. Su nombre era Daniel Faraday.
- Hola Daniel. - Buenos días Krilin, ¿Qué tal has dormido?. - ¿Dormir dices?, ya no se ni como se hace eso. - Deberías tomar esas pastillas que tiene Lunch. - Sabes que me niego a tomar drogas Daniel. - No son drogas, es solo para ayudarnos a dormir. - Llámalas como quieras, pero no pienso tomar nada. Daniel le miró, examinando su rostro. - Pero mírate, estas horrible, algo tienes que hacer, no puedes seguir así. Te necesitamos al cien por cien. - Daniel por favor, aún es muy temprano para esto. Vamos, deben estar esperándonos para el recuento.
Daniel le miró tentado a hacer un nuevo comentario pero al ver que Krilin ya avanzaba por el pasillo decidió dejarlo pasar y le siguió.
Al ir tras él le llamó la atención la buena forma física en la que estaba su amigo, miró sus delgados brazos y se sintió un poco avergonzado por su nefasto estado. En esas circunstancias no sería de gran ayuda al grupo en un enfrentamiento físico, aunque había algo que le hacía especial y valioso para el resto. Su extremada inteligencia, sus conocimientos científicos y su facilidad para aprender cualquier cosa que se propusiese le hacían único. Sin embargo esto no evitaba que de vez en cuando tuviese pensamientos como los que tenía en aquel momento al ver a Krilin. Por una vez le hubiese gustado destacar más por su destreza física que por la intelectual.
Si bien es cierto, y esto nunca se lo diría a nadie, se sentía bien en la situación actual del mundo, pues nunca antes se había sentido tan valioso y necesario como entonces, y mucho menos lo había sido. Aquel pensamiento era muy egoísta, lo sabía, pero no podía evitar sentirlo, y eso le hacía sentir repulsión hacia si mismo.
Avanzaron por el estrecho pasillo que desembocó en una sala circular. En el centro había una mesa con un pequeño monitor de televisión, alrededor de la mesa tres personas parecían discutir sobre algo que estaban viendo. Cuando los dos jóvenes se acercaron todos callaron y giraron el monitor para que ellos también pudiesen ver el motivo de su discusión. Daniel y Krilin se acercaron y no pudieron distinguir nada, pues la imagen estaba demasiado distorsionada.
- Esperad, a ver si ahora…- uno de los hombres, de unos cuarenta años, alto y robusto se acercó y golpeó con fuerza el monitor, que luchó por no resquebrajarse. - ¡Barret, Joder!. ¡Que te lo vas a cargar pedazo de bestia!- le gritó una joven de veinticinco años que corrió a separarle del aparato. Era Lunch. Lucía una melena rubia enmarañada, pantalones vaqueros y camiseta blanca de tirantes. Su atractivo no pasaba desapercibido a nadie. - Mira, ¿ves?, ya se ve. Si yo sé lo que me hago- dijo Barret dándose aires de grandeza. - Serás imbécil…
Los dos siguieron discutiendo mientras Daniel y Krilin cogieron el monitor y se acercaron a él. Pudieron ver, algo borrosa, la imagen de un paraje desolador; Amasijos de metal que un día fueron coches inundaban las calles y a lo lejos unos bloques de escombros luchaban por mantenerse en pie y no perder la forma de algo habitable, pero lo cierto es que ni las ratas caminaban por allí.
- ¿Qué se supone que debemos ver?.- quiso saber Krilin. - Sigue mirando.- le instó Barret.
Volvieron sus miradas hacia el televisor y al hacerlo creyeron ver una sombra pasar delante del objetivo.
- ¿Qué coño ha sido eso?- dijo Daniel.
Siguieron mirando, y esta vez una silueta, como una sombra que cada vez se iba haciendo más nítida, se fue acercando a la cámara. Era una figura humana. Parecía buscar algo, pues veían como levantaba los escombros para mirar debajo de ellos. Cuando debía de estar a poco más de un metro del objetivo de la cámara algo les llamó la atención de aquel ser. Se arrodilló para buscar algo en el suelo y al darles la espalda pudieron ver como una cola de mono salía de su pantalón. Los dos dieron un salto hacia atrás, sin poder dejar de mirar la pantalla. El silencio reinó en la sala, nadie se atrevía a pronunciar una sola palabra, hasta que finalmente alguien, en una especie de murmullo, habló:
- El Mono ha vuelto.- las palabras le brotaron solas, dejando escapar con ellas el auténtico terror que todos sentían. [i][u]
CAPITULO 2- Spoiler:
El miedo se apoderó de todos. Incapaces de articular palabra se sumieron en recuerdos de una vida pasada en la que sobre ellos se extendía la inmensidad del cielo, el sol se filtraba entre los aún recordados árboles y su calor bañaba sus rostros. Una vida llena de color, de cosas a descubrir cada día, de sonidos y fragancias convertidas ahora en recuerdos a los que recurrir, pero todo era tan lejano que no parecía pertenecerles ya, no solo luchaban por sobrevivir, luchaban también por mantener vivos sus recuerdos, pues sin ellos no tendría sentido mantener lucha alguna.
Su mundo era ahora monocromo, el cielo y el suelo compartían el mismo color metálico que las paredes. Las sombras bañaban sus rostros otorgando y ocultando a la vez una extrema palidez en ellos. El sonido del agua que recorría las podridas tuberías intentaba simular el rítmico sonido del mar, sin conseguirlo. El mundo había cambiado, y el responsable era aquel al que llamaban “El Mono del Espacio”. Un ser extraterrestre, con apariencia humana y cola de mono (de ahí le venía el sobrenombre) que hace diez años comenzó a destruir a la raza humana.
Desde entonces y durante los siguientes 15 largos años, que para algunos era más de la mitad de sus vidas, éstas se habían visto limitadas y reducidas a un pequeño espacio bajo tierra que habían convertido en su hogar. Vivían enterrados en vida.
Un hombre, el de más edad de cuantos había en el refugio, acarició su larga barba, se levantó y se dirigió a todos, haciéndoles salir de aquel trance.
- Podéis estar tranquilos, es imposible que estando aquí dentro pueda sentir nuestra energía, estamos a salvo. Daniel le miró - ¿Estas seguro?. - Totalmente, nos encontramos a mas de 200 metros bajo el suelo. Además- dio unos golpes a la pared- estas paredes están fuertemente insonorizadas. No tiene posibilidad alguna de oírnos; De saber que estamos aquí. - No sé, no me convence, es un ser de otro planeta, no podemos saber qué poderes tiene, si puede ver a través de las paredes, si puede oír a baja frecuencia, si es capaz de detectar la energía de las personas, además, ¿y si encuentra la cámara?.- insistió Daniel. - Eso no ocurrirá. Nunca ha venido aquí abajo. Las ciudades subterráneas- miró hacia la puerta del Búnker con gesto contrariado- nunca sufrieron un solo ataque en los 12 años que tuvimos contacto con ellas. - Tú lo has dicho, hace 3 años que no sabemos nada de lo que sucede tras esa puerta. En la Infratierra* estaban pasando cosas…fue por eso por lo que decidimos no volver a abrir esa puerta salvo emergencias y.. - Pues creo que podríamos estar viviendo una de esas emergencias ahora mismo- dijo Krilin- Mirad.
Todos giraron sus cabezas hacia él, que miraba fijamente al televisor. Ellos hicieron lo propio. Desde la pantalla, el rostro curtido y violento de un hombre parecía estar mirándoles directamente a los ojos, extendió uno de sus brazos y la imagen se balanceó hacia los lados. Vieron como giró la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro; La imagen volvió a moverse y el Ser se levantó. Comenzó a alejarse.
Lunch miró al resto con gesto de alivio. - Parece que se va. Por un momento pensé que había descubierto la cámara. - Espera, ¿qué está haciendo ahora?, está volviendo sobre sus pasos- dijo Barret.
El Ser les miraba ahora desde arriba, imponente. Pudieron ver como una macabra sonrisa se dibujaba en sus labios.
- ¡Oh no, mierda!, ¡la ha visto joder!
Siguió mirándoles durante unos segundos interminables, parecía estar aguantándoles la mirada, haciéndoles ver que lo sabía, que sabía que estaban ahí.
- Será cabrón, se está riendo de nosotros- dijo Barret- sabe que estamos aquí.
El viejo Maestro Muten le miró. - Eso es imposible. ¡No puede saberlo!. Aquel ser se agachó nuevamente y acercó su cara a la cámara. Pudieron ver su rostro con total claridad. Daniel se acercó al monitor. - ¿Os habéis fijado?. - Fijarnos en qué- quiso saber Muten. - No parece el mismo de la otra vez. Lunch se acercó y miró aquel rostro. - ¿Cómo puedes saberlo?, Quiero decir, ha pasado mucho tiempo, es normal que haya cambiado…Si es que algo como eso puede cambiar. Daniel calló, sin apartar la mirada de aquel rostro. - No sé, pero parece distinto. Y hay otra cosa, ¿veis eso que tiene en el ojo?. Nunca lo había visto. Un dispositivo de color verde tapaba uno de sus ojos. Parecía emitir una serie de destellos. Barret propinó un fuerte golpe sobre la mesa. - ¡Dejaros de chácharas!, ya discutiremos más tarde quién es ese engendro. Ahora debemos movernos. Aquí ya no estamos seguros.
La imagen del monitor se tambaleó y perdió nitidez. Vieron como aquel ser volvió a levantarse y, sin apartar la mirada de la cámara, levantó uno de sus pies, lo mantuvo en el aire unos segundos mostrándoles su sucia bota, la tensión era tan sumamente grande que todos contuvieron el aliento, como si cualquier sonido pudiese delatar su presencia. En un fugaz movimiento, imperceptible, bajó su pie, convirtiendo la cámara en polvo y privando así a todos de su visión del exterior.
CAPITULO 3- Spoiler:
Se miraron, el terror de sus rostros hacía innecesario cualquier comentario. Sabían que tenían que salir de allí ya.
Muten fue el primero en moverse. Cogió varias cajas apiladas en el suelo y las dejó sobre la mesa.
- Dividid estos víveres en dos bolsas. Meted todo lo que entre en ellas, dejad el resto.
Tras decirles esto corrió a toda prisa hacia las habitaciones. El resto comenzó a empaquetar la comida, sin decir una sola palabra. Sabían lo que significaba salir fuera del refugio, alguna vez, hacía ya mucho tiempo, habían intentado una misión de reconocimiento de los alrededores, la cual había estado a punto de matarles. No lo hizo, pero Barret perdió su brazo izquierdo, aunque gracias a Daniel ganó una potente arma capaz de disparar 500 miniproyectiles por segundo que este le implantó en su lugar. Quedarse era cavar su propia tumba, salir era intentar cruzar el infierno.
Daniel dejó lo que estaba haciendo. Miró hacia el frente, sin mirar, como quien está intentando recordar algo y por fin lo hace, y salió corriendo hacia las habitaciones.
*****
Cuando tuvieron las dos bolsas llenas se miraron. Sus ojos ya no reflejaban temor, podría decirse que había decisión, valentía e incluso alivio en ellos. Alivio porque por fin iban a poder salir de aquel micromundo impuesto que era el búnker, alivio porque aún sabiendo que podían perder la vida también era posible que tuviesen la oportunidad de enfrentarse con el causante de tal Apocalipsis, y morir así era mucho más honorable que pudrirse bajo tierra. Esta euforia les duró poco.
Muten entró en la sala, portaba en una mano un maletín y en la otra una pequeña bolsita marrón. Puso las dos cosas sobre la mesa y abrió primero la bolsa dejando al descubierto un puñado de pequeñas habichuelas.
- Coged una cada uno. Guardaremos el resto en la bolsa.
Krilin cogió una y la miró de cerca.
- ¿Qué son Maestro?. - Son habichuelas mágicas. Un viejo amigo me las dio hace tiempo. - ¿Y para qué sirven?. - Curan a la persona que las toma independientemente de la gravedad de sus heridas. Además de llenar el estómago por todo un día.
Barret asintió y miró su “brazo” de metal.
- Realmente útiles, si señor. - Por desgracia no son capaces de regenerar un miembro- se disculpó Muten- no quise sacarlas antes pues sabía que algún día llegaría el momento de salir para siempre de aquí y necesitaremos todas las posibles. Espero que lo entiendas y sepas disculparme. Si hubiese podido evitar el dolor que sentiste lo hubiese hecho.
Barret le miró y sonrió.
- Tranquilo, si hubieses querido darme una no la hubiese aceptado. Esto de aquí- dijo levantando su brazo derecho- me hizo más fuerte. Si no estoy a punto de morir no pienso tomar eso, pues las grandes guerras provocan grandes heridas y la recuperación debería ir en relación con ellas. Nada debe ser tan fácil de curar.
Muten le miró a los ojos y pudo sentir un destello en ellos. Asintió y le regaló una sonrisa.
Barret, Lunch y Krilin cogieron una habichuela cada uno y se la guardaron. Entonces entró Daniel con una pequeña caja negra bajo el brazo y la colocó junto al maletín y la bolsa de habichuelas.
- Lo he oído todo. No es necesario explicarlo de nuevo.- dijo al ver que Muten se disponía a contarle lo de las habichuelas.
Cogió una habichuela y se la guardó.
- Muy bien- dijo Muten y abrió su maletín. De él sacó un bastón de madera.- Este es el bastón Nyoibo, un gran amigo me lo dio justo antes de morir, es un objeto muy especial. Me gustaría que lo tuvieses tu, Krilin. Te será muy útil.
Krilin miró el bastón que sujetaba su maestro con ambas manos. No era excesivamente largo y tampoco parecía demasiado resistente.
- Se lo agradezco Maestro, pero con esto me es suficiente- dijo apretando los puños y levantándolos. - No dudo en absoluto de tu fuerza y tu destreza muchacho. Pero créeme, este no es un bastón común y corriente. - ¿Qué le hace tan especial?. - Déjame que te lo muestre.
Muten levantó el bastón y lo puso en posición vertical.
- ¡Nyoibo estírate!.
El bastón emitió un pequeño fulgor rojo y con una velocidad pasmosa se estiró hasta alcanzar tres veces su tamaño inicial. Lo agarró fuertemente con ambas manos, lo estiró hacia atrás, cogiendo impulso, y lo blandió hacia delante. El bastón atravesó parte de la mesa de piedra que había frente a él y se incrustó en el suelo, rompiendo también éste.
Krilin miró primero el bastón y sus efectos y después a su maestro.
- Asombroso. - Así es, toma, es tuyo- le entregó el bastón que esta vez Krilin aceptó- espero que te sea de gran ayuda. Estoy seguro de que para quien me lo dio será un gran honor que seas tu quien lo blanda.
Lunch movió las manos inquieta.
- Chicos siento ser una aguafiestas pero deberíamos movernos cuanto antes. Si ese ser nos ha descubierto cuanto más tiempo estemos aquí menos posibilidades tendremos de esquivarle.
Muten asintió.
- Tienes razón. Bien, habéis llenado las bolsas con comida y tenemos armas y munición en el maletín. Lunch, Daniel, coged una cada uno. A vosotros dos no os digo nada- miró a Krilin y Barret- y si no tenéis nada más que coger vayámonos.
Los cinco miraron la sala en la que se encontraban. Allí habían pasado gran parte de su vida. En esos momentos sus sentimientos eran confusos. Por un lado deseaban y necesitaban imperiosamente salir de allí, pero algo en ellos despertaba un sentimiento de nostalgia inconfesable. En el fondo todos y cada uno de ellos supo en ese momento que echarían de menos aquel lugar. Estuvieron tentados a echar un último vistazo a sus habitaciones, pero ninguno lo hizo. De esta manera dejaron a un lado y para siempre parte de ellos allí.
Antes de abrir la puerta del búnker Lunch miró a Daniel y la caja que éste portaba en sus manos.
-¿Qué es esa caja?.
Sin contestarla Daniel tocó la pequeña caja y pasó sus dedos por encima de la inscripción que había en ella, donde podía leerse lo siguiente: 4 8 15 16 23 42.
-¿Qué significan esos números?.
Daniel miró los números y pasó sus dedos por ellos.
- Estos números…simbolizan la muerte de todos y cada uno de nosotros. CAPITULO 4- Spoiler:
Lunch miró a Daniel con incredulidad.
-¿ Qué quieres decir?
Daniel lo pensó un rato.
- ¿Has oído alguna vez hablar sobre la ecuación de Valenzetti?.- tras ver la cara de su compañera dio por sentado que no- Enzo Valenzetti fue un matemático de la Universidad de Princeton y su ecuación se decía que era capaz de predec….
- No es momento para esto- le cortó Muten- debemos estar en silencio. Ya no estamos en el refugio.
Daniel dejó su explicación para más adelante y continuaron andando. El camino era pedregoso. Las paredes de piedra formaban un túnel no demasiado ancho por el que podían pasar dos personas juntas, en las paredes había pequeñas grietas, pero lo que más les preocupaba eran algunos puntos en concreto donde grandes agujeros podían albergar en ellos a toda una persona. La primera vez que salieron a esas cuevas desconocían la existencia de estos escondites, lo cual les pudo costar muy caro, pues era muy fácil tenderles una emboscada desde ellos. Así que hicieron la siguiente formación para avanzar:
En primer lugar iba Barret, empuñando su brazo metálico, en medio de la formación Daniel y Lunch, y en la retaguardia Krilin y Muten. Decidieron que la formación fuese más fuerte en la retaguardia pues la poca experiencia que tenían de caminar por allí les había enseñado que los posibles atacantes solían esperar en sus escondites hasta que los viajeros pasaban de largo para posteriormente atacarles por detrás.
La luz era prácticamente nula allí, así que hicieron uso de unas linternas. Esto hacía que caminar por allí fuera excesivamente claustrofóbico, pues no veían más allá de lo que les dejaba ver el haz de luz que portaban en la mano, el resto era oscuridad y en ella podían morar los seres más extraños.
-¡Silencio!, he oído algo- exclamó Barret.
Todos se pararon de inmediato, Barret iluminó la estancia de un lado a otro pero no vio nada. En cambio sintieron como algo se movió a ambos lados, a través de las paredes, y pasó a lo largo de la formación. Daniel y Lunch siguieron con las linternas el recorrido que hizo este sonido y pudieron ver a través de uno de los huecos de las paredes unas sombras.
- ¡Cuidado se dirigen hacia detrás!
Muten y Krilin intentaron alumbrar la mayor porción de terreno posible. No veían nada, aún.
Barret seguía mirando al frente, alumbrando y apuntando con su brazo a un posible enemigo que apareciese por el frente.
- ¡Chicos!, ¡¿Qué pasa por ahí detrás?!
- No conseguimos ver nada, pero les oímos- dijo Muten.- Sigamos avanzando muy despacio. No dejéis de alumbrar vuestra parte de terreno. Si intentan atacarnos quizás la luz les deslumbre y nos de unos segundos de ventaja.
El grupo continuo su avance pero esta vez iban mucho más despacio. A su alrededor cada vez comenzaron a sonar más y más sonidos. Primero era lo que parecía el arrastrar de pies por el suelo, pero se le fueron uniendo el sonido de piedras caer por las paredes que les rodeaban y unos sonidos guturales que hicieron que se les pusieran los pelos de punta.
- ¡Mierda nos están rodeando!- gritó Barret. - ¿Cuánto hemos avanzado?- quiso saber Daniel. - Lo suficiente como para que sea imposible volver al refugio.- La voz de Muten sonaba nerviosa y fatigada.- Además, no creo que sea buena idea pasar de nuevo por allí. - Totalmente de acuerdo Maestro- la voz de Krilin transmitía el mismo desasosiego que la de Muten.
Lunch que lo notó, al igual que el resto, se volvió hacia los dos y alumbró con su linterna hacia atrás. Un conglomerado de sombras se arrastraba a pocos metros de ellos. La luz hizo que los ojos de aquellos seres lanzasen un destello.
- ¡Mierda, están ahí!. ¡Corred!
Lunch se dispuso a correr hacia delante pero se topó con la espalda de Barret.
- No te lo recomiendo Rubita.
Barret se apartó hacia un lado sin dejar de alumbrar el frente para que Lunch viese lo que él. Delante de ellos el panorama no era más alentadorr. Al menos media docena de aquellos seres les cortaban el paso.
- Nos tienen rodeados, ¿Qué vamos a hacer?-. Aunque ninguno pudo verlo una lágrima calló por el rostro de Lunch.
De pronto algo les hizo sobresaltarse. Alguien había comenzado a reírse. Todos se volvieron en busca de la fuente de ese sonido. Era Daniel. Le miraron con extrañeza, sin entender el por qué de esa repentina risa. Entonces metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó algo de él.
- ¡Cerrad los ojos!.- les gritó.
Instintivamente todos lo hicieron y Daniel pulsó algo que hizo que la estancia se inundase de una cegadora luz. A su alrededor pudieron oír unos gritos. Debían de ser de aquellos seres al quedar cegados por la luz.
Daniel abrió los ojos.
-¡ Vamos, corred!. ¡Rápido!.
Se lanzaron en una carrera hacia delante. Barret comenzó a descargar los proyectiles de su brazo, los demás lo seguían. Notaban cuerpos bajo sus pies, el sonido de los huesos al ser aplastados en su carrera quedaba ahogado por el sonido de los gritos de aquellos engendros y de los proyectiles al chocar contra las rocas. Estuvieron a punto de tropezar más de una vez. No estaban seguros de cuanto espacio de terreno habían recorrido hasta que dieron con una escalera de metal.
- ¡Rápido, subamos!- dijo Barret. - Pero…no sabemos donde saldremos ni que nos encontraremos- dijo Lunch. - ¿Acaso prefieres quedarte aquí?.
Lunch no respondió, miró hacia la oscuridad de la que venían. Un ser extremadamente delgado, del cual colgaban cables, metal y carne se acercaba a trompicones hacia ellos. Tenía un enorme cuello de metal del cual salía un rostro desfigurado con un solo ojo, de su también desfigurada boca salía una gigantesca lengua de serpiente. Barret le metió un tiro en el cerebro, y sin mediar más palabra Lunch comenzó a subir la escalerilla a toda velocidad.
- Ya me lo imaginaba- dijo Barret riéndose.
*****
El último en subir fue Daniel. Alargó un brazo en busca de ayuda para salir, pues sus enclenques brazos apenas tenían fuerza para auparle hasta la base de la abertura, pero no obtuvo respuesta. Se asustó al ver que nadie le echaba una mano, pero al asomar la cabeza vio que todos estaban bien, sacó como pudo un brazo y dejó en el suelo la caja con los números.
- Gracias por vuestra ayuda chicos, si sois tan amables de echarme una mano.
Nadie le respondió, todos estaban absortos mirando algo, algo que él desde su posición no era capaz de ver.
- ¿Qué se supone que es tan interesante como para no ayud…
No pudo acabar la frase, una mano agarró uno de sus pies y tiró fuertemente de él hacia abajo. Intentó sujetarse a algo para evitar ser arrastrado, pero no lo consiguió y sintió como en ese desesperado intento una uña se le rompió al arañar el suelo. El dolor fue insoportable y la oscuridad le engulló. En ese mismo instante todos reaccionaron y fueron conscientes de lo que estaba ocurriendo tras ellos.
- ¡Daniel, nooo!- Krilin se lanzó hacia adelante, alargó el brazo en un intento desesperado por llegar hasta donde hasta hace un momento estaba su amigo, pero no lo consiguió.
Unos brazos desnudos, totalmente blancos y desnutridos comenzaron a asomar por la abertura, aquellos seres estaban trepando hasta la salida. Muten con un golpe cerró la puerta del búnquer, cortando varios dedos de una mano que asomaba.
- ¡¡Nooo!!- Krilin comenzó a llorar- ¡¿Cómo hemos podido?!, ni siquiera le ayudamos a salir, ¡Le hemos matado nosotros!. ¡Abre la puerta, tenemos que ayudarle!.
Muten se acercó a él, que se encontraba tumbado en el suelo, y le abrazó para consolarlo.
- ¡Noo, suéltame!, ¡tenemos que ayudarle, no podemos dejarle ahí!- intentó zafarse del abrazo de su maestro pero este no le dejó.- No podemos dejarle maestro…no podemos…
Su maestro le soltó y puso las manos en sus hombros, acercó su cara a la suya y le habló en un susurro al oído:
- Mira a tu alrededor Krilin, nosotros también estamos muertos.
Krilin miró a su alrededor, sabiendo ya lo que iba a ver. Se encontraban en una llanura de metal y cables; Parecía un campo de cultivo. Miles, quizás millones de “cápsulas” ovaladas inundaban el terreno, parecían huevos, aquellos huevos transparentes y viscosos que ponían las ranas y que dejaban ver los renacuajos en su interior, la única diferencia es que estos huevos tenían un tamaño mucho más grande y dentro de ellos había cuerpos. Cuerpos humanos.
Esa fue la primera vez que vieron un campo de cultivo y jamás lo olvidarían.
CAPITULO 5- Spoiler:
Su instinto no le fallaba, aquel ser debía estar cerca. Se escondió entre un montón de escombros a la espera de que Ido le asegurase su ubicación.
- Gally, ¿me oyes?- la voz sonó en el interior de su cabeza, gracias a unos neurotransmisores que Ido le implantó antes de salir a la superficie. - ¿Dónde está, Ido?. - Le tienes a 500 metros al este. - Bien, voy por él.
Gally miró la espada de Damasco que sujetaba con la mano derecha, apretó la empuñadura y salió como un rayo al encuentro de su presa. No tardó en encontrarla. Un hombre corpulento le daba la espalda. Su torso estaba cubierto por una armadura, en cambio sus piernas lucían desnudas, salvo por unas grandes botas. Le recordó a los gladiadores romanos que Ido le enseñó en sus libros. Una cola de mono hacía las veces de cinturón.
Estaba mirando al cielo y tocaba algo que sujetaba en su oreja. No parecía haberse percatado de su presencia así que se lanzó hacia él. Blandió su espada a lo largo de la espalda de su enemigo. La hoja perforó la coraza que le protegía, pero ésta era aun más dura de lo que había imaginado y amortiguó el corte, que debía haberle partido en dos. Sin embargo notó como brotó sangre. Le había herido. Aquel ser profirió un grito atronador al sentir el corte, instintivamente alargó los brazos y comenzó a emitir una energía abrumadora que lanzó a Gally por los aires y produjo una serie de explosiones.
Gally yacía tendida en el suelo, levantó la cabeza en busca de su enemigo y lo que vio le asombró. Aquel ser la miraba, furioso e incrédulo; Su cuerpo emitía un fulgor extraño e irradiaba energía. En ese momento supo que había subestimado a su enemigo, pero esto le animó a levantarse. Por fin. La batalla que tanto había estado esperando y preparando se tornaba mejor aun de lo que había imaginado. Podría usar su Panzer Kunst sin contenerse. Una macabra sonrisa se dibujó en su cara, se notaba viva, sentía como la euforia embargaba cada centímetro de su cuerpo, como sus recuerdos perdidos luchaban por salir. Necesitaba más, mucho más para despertarlos completamente, y aquel enemigo podía ayudarla.
Cuando su enemigo la vio no podía creerse lo que le acababa de pasar. Le había atacado una joven de aspecto delicado y oscuros cabellos que ahora le sonreía de forma macabra. No entendía como podía no haber notado su presencia y menos aún como un ser tan insignificante podía haberle causado tal herida. Miró la espada que portaba, la cual emitió un pequeño destello en respuesta. Se quitó el aparato que llevaba en su ojo y que lo cubría junto a su oreja. Pulsó una serie de botones y pareció contrariado con lo que apareció en él.
- ¡¿Qué eres?!- Bramó.
Gally le miró sin saber a qué se refería.
- ¡Responde, pequeño gusano!, ¿Cómo es posible que no haya detectado tu energía?- al decir esto miró aquel aparato.
- ¿Eso sirve para sentir la energía que desprenden los seres vivos?, pues conmigo no te va a servir ese trasto inútil- se burló Gally.
Gally desabrochó la cremallera de su traje negro de cuero y le dejó ver su torso. Donde debía haber piel se encontraba un cuerpo de metal. - ¿Te gusta mi cuerpo Berserker?.- le dijo con voz insinuante. - Claro, eres un jodido robot. Por eso no he podido sentir tu presencia. La chatarra muerta no desprende energía.
Gally apretó los dientes al oír aquello y estuvo a punto de lanzarse locamente a un ataque frontal. Sin embargo logró calmase lo suficiente para no hacerlo.
- Que te quede claro maldito monstruo. No soy un robot. SOY HU-MA-NA- estas últimas palabras escondían una gran furia contenida- Mi cuerpo es una máquina biomecánica, pero mi cerebro es como el de cualquier humano. Y he venido para acabar con tu reinado de caos, para reconstruir este mundo en ruinas que has creado y que todos los hombres reclaman.
- ¿Te refieres a las ratas sin valor que se esconden bajo tierra?. No son dignos de reclamar nada.- Al ver que Gally se preparaba para atacarle de nuevo continuó.- espera, espera, antes de que nos enfrasquemos en una batalla que tienes perdida de antemano, debo decir que te equivocas de persona. Yo no he hecho todo esto- dijo mirando la ciudad en ruinas.
- ¡Claro que fuiste tu!, esa horrible cola te delata. Además tu aspecto sigue siendo el mismo. Te recuerdo perfectamente.
- ¿Estás segura de que era yo?.
Gally le miró. Ese pelo, la cola de mono…tenía que ser él. Solo intentaba confundirla, esperando el momento oportuno para atacarla…No debía dejarse engañar por sus palabras, ella sabía quien era…¿o no?...pensándolo bien, cuanto más le miraba más distinto le notaba a como le recordaba.
- ¿Lo ves ahora?, te has dado cuenta, ¿verdad?. Yo no destruí vuestro mundo. Aunque debo reconocer que conozco muy bien a quien lo hizo- dijo riéndose entre dientes. - ¡¿Quién fue?!. - Mi hermano Kakarotto.
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